Petalos de María

via crucisEstamos entrando en la tercera semana de la Cuaresma.

Tenía muchas ideas acerca de lo que debía hacer en esta temporada. Para mí, es como una oportunidad para un reinicio espiritual — la oportunidad de comenzar de nuevo. Es parecido a las resoluciones de Año Nuevo.

Igual que abandono esas resoluciones, mis ideas cuaresmales tienden a desaparecer en la segunda semana, y no logro alcanzar los nobles objetivos que me propuse.

Este año me propuse hacer algo simple. Simple no necesariamente significa fácil.

Una de las cosas que he propuesto es dedicarme a la oración. Debido a mi horario de trabajo, no puedo comprometerme a la misa diaria. He añadido ciertas oraciones y rutinas en los últimos años, por lo tanto, mi idea es para mejorar lo que ya estoy haciendo.

No hay duda de que mi vida beneficiaría enormemente de un enfoque más sólido en la oración. Con esto en mente, me comprometí a la Vía Crucis los viernes. En lugar de participar en grupo, voy sola por la tarde.

Esa hora de meditación me viene bien. Decir que disfruto esta hora de oración probablemente no es la palabra correcta, pero sin duda ha sido algo digno de hacer, y probablemente, una práctica que podría incorporar todo el año, si no semanal, por lo menos mensual.

Al caminar con Jesús en su Pasión, he participado en sus sufrimientos. He meditado sobre la humildad, pensando menos en lo que tengo, y más en lo que Cristo me ha dado en la Salvación.

En este camino me doy cuenta de mis tropiezos y caídas, pero también reconozco las gracias. Experimento con Cristo la humillación, la debilidad, y el dolor — y también la ternura y el amor.

 

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¡Comienza Cuaresma! Y tengo un millón de planes.

Voy a botar 40 bolsas de basura – uno por cada día, tomar fotografías que siguen un tema, publicar algunos artículos que me comprometí a escribir, orar, ayunar, dar limosna.

Esa lista parece una receta para el desastre.

La mayoría de los días ni siquiera recuerdo mis oraciones sin las alarmas de mi teléfono para recordarme.

¿Cómo voy a hacer todas estas cosas que están, de alguna manera, diseñados para mejorarme?

¿Pero mejorar qué? ¿Ser mejor persona? ¿Ser cristiana? ¿Ser Santa? Todas esas cosas, y más.

Me di cuenta de que la confesión no apareció en mi lista espontánea.

Mientras escribo esto, pequeñas manchas de cenizas hacen cosquillas en mi nariz y mis pestañas, y me acuerdo de que las cenizas son un símbolo de arrepentimiento. Esto me recuerda que con cada cosquillas, cada tic, que soy pecador y en necesidad de la redención que Jesucristo me ha dado. Nos ha dado.

En este tiempo de Cuaresma, hare un esfuerzo para cumplir las promesas que he hecho, a mí misma y a Jesús.

Pero primero, voy a comenzar con el Sacramento de la Reconciliación. Iré a la confesión en los próximos días.

Y entonces, me voy a centrar en la oración, el ayuno, la limosna, y sí, más reflexión sobre mis pecados.

***

scaleEste fin de semana celebramos el día de los enamorados. Qué casualidad que coincide con la semana del matrimonio, febrero 8 -14.

Mis compañeras me preguntan como voy a celebrar. No es que no quiero rosas, sino, que quiero algo que dure más – el amor.

El amor es más que un gesto, mucho más que una prenda. Es una acción, y en muchos casos, un sacrificio.

El matrimonio tal vez empiece con interés y atracción, pero dura por el compromiso hecho en el sacramento de matrimonio. La gracia de un matrimonio envuelto en el amor de Dios nos sostiene, nos da ánimo, nos enseña, realmente, como amar.

El amor es paciente, es bondadoso[a]; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante;  no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido;  no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad;  todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  1 Corintios 13:4-7

¿Cómo demostramos el amor?

¿Que estamos haciendo para mejorar nuestros matrimonios?

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Esta mañana amanecí bajo un aguacero terrible. No quise levantarme. Me faltaba ánimo, no solo para salir de la cama, sino que el mal tiempo – la oscuridad de las nubes, me quito el deseo de cumplir con mis deberes.

Me tome una taza de café. Puse música animada. Me vestí con un traje favorito.

Enseguida cambie de actitud – solo tuve que empezar a moverme.

¿Cuantas veces no me pasa lo mismo con la fe? Yo sé lo que necesito – lo mismo ir a misa que a confesarme, o algo tan sencillo como la oración.

La falta de ánimo me cae encima como las nubes de una tormenta. Sin embargo, solo necesito empezar.

Enseguida cambio de actitud – sale un arco iris, símbolo de la esperanza, del amor de Dios y su misericordia.

Vamos. A moverse hacia el Señor.

¡Animo!

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gansos

Pasé la tarde caminando por los terrenos de un monasterio cerca de mi casa. Me gusta la serenidad que forma parte de todo lo que rodea el campo.

Me encontré con unos gansos que rompieron el silencio, pero en vez de acusarme por la interrupción, fue como una invitación a compartir su lago conmigo. Cuando vieron que no les traje comida, me dejaron tranquila, y ellos siguieron en lo suyo.

Descansé en la orilla, y pasé el tiempo en oración.

IMG_0157Necesito buscar estas oportunidades más a menudo. Siempre tengo una lista de cosas que requieren mi atención. Le presto mas atención a esa lista que a lo que de verdad merece mi tiempo. Este retiro espontáneo me animó el espíritu y demostró mi necesidad de descansar en la presencia de Dios.

Peter Paul Rubens

Peter Paul Rubens

«La mejor manera de descubrir si tenemos el amor de Dios es ver si amamos a nuestro prójimo. » Santa Teresa de Jesús

Esta semana estoy limpiando y organizando la casa. Tengo mucha ropa que no uso. Estoy separando lo que esta en malas condiciones para botar, y lo que todavía se le puede sacar buen uso para llevar a una de las tiendas de San Vincente de Paul.

Como pones tu amor en acción?

Adoration of the Magi by Bartolomé Esteban Murillo.

Adoration of the Magi by Bartolomé Esteban Murillo.

“Después de haber nacido Jesús en Belén de Judea, en el tiempo del Rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: ¿dónde está el que ha nacido, el Rey de los Judíos? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.
Al oír esto, el Rey Herodes se puso muy preocupado; entonces llamó a unos señores que se llamaban Pontífices y Escribas (que eran los que conocían las escrituras) y les preguntó el lugar del nacimiento del Mesías, del Salvador que el pueblo judío esperaba hacia mucho tiempo.
Ellos contestaron: En Belén de Judá, pues así está escrito por el Profeta:

Y tú, Belén tierra de Judá
de ningún modo eres la menor
entre las principales ciudades de Judá
porque de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel

Entonces Herodes, llamando aparte a los magos, los envió a la ciudad de Belén y les dijo: Vayan e infórmense muy bien sobre ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo.
Los Reyes Magos se marcharon y la estrella que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos hasta que fue a pararse sobre el lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella, sintieron una gran alegría.
Entraron en la casa y vieron al niño con María su madre. Se hincaron y lo adoraron. Abrieron sus tesoros y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Luego, habiendo sido avisados en sueños que no volvieran a Herodes, (pues él quería buscar al Niño para matarlo), regresaron a su país por otro camino.” (Mateo 2, 1-12)

Celebramos el Día de los Reyes Magos con regalos, recordando los regalos que los magos le llevaron a Jesús:

    • oro: que se les da a los reyes, porque Jesús ha venido como rey de todo el mundo
    • incienso: que se le da a Dios, porque Jesús es el hijo de Dios hecho hombre
    • mirra: que se untaba a los muertos, porque Jesús era Hombre entre los hombres

Sigan el ejemplo de los magos. Busquen a Jesús.

Para reflexion: Cuales son los regalos que le ofrecemos a Jesús?

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La visita del Papa Benedicto XVI a Cuba, el país de mi nacimiento, el país que abandonamos en el 1966 en busca de la libertad, ha sido un evento emocionante para los cubanos y cubano-americanos; miramos su peregrinación desde lejos, ansioso de estar presente con el Santo Padre en este Año de Jubileo Mariano.

Mi identidad como cubana esta envuelta en el manto de La Virgen de la Caridad.

No puedo pensar en Cuba sin pensar también en la virgencita … es mi compañera, mi amiguita, un recuerdo de una tierra que apenas recuerdo. Cuando encuentro la imagen en algun lugar inesperado me da alegría espontánea. Despues de mayor, descubrí que uno de sus títulos es causa de nuestra alegría.

Dondequiera que estaba, el niño Jesús estaba también, recostado en sus brazos. De niña, nunca puse atención al objeto en su mano derecha, una cruz. Esta yuxtaposición de la Encarnación y Crucifixión, la dicotomía de alegría y sufrimiento humano, me dice volúmenes hoy.

La historia de Cuba es también una dicotomía, una historia resplandeciente con la belleza natural de un paraíso y una gente llena de alegría que contrasta con períodos de opresión y abuso. En todo esto, La Virgen ha permanecido presente.

Hace 400 años, cuando tres hombres jóvenes encontraron la imagen de Nuestra Señora de la Caridad flotando en la Bahía de Nipe, no podían haber sabido que significativo este simbolismo sería 400 años más tarde. La Virgencita vino a estos hombres, a la gente cubana, en una etapa cuando la dignidad de la persona humana estaba bajo el asalto por un sistema de la esclavitud cruel.

Muchas historias y leyendas abundan acerca de La Virgen. Algunas cuentas afirman que había una tormenta en el mar cuando ella fue encontrada. Los otros describen la estatua que milagrosamente desaparece de capillas construidas para honrarla. Hoy, esta pequeña estatua de madera reside en la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.

Una verdad firme permanece: La Virgen María apareció en la provincia de Oriente, concocida como la parte más hermosa del país.

Tiene significado histórico. Es donde el primer establecimiento fue hecho. Es donde los esclavos fueron liberados. Es donde la Guerra de Independencia que establecio a Cuba como una república libre de la regla española comenzó.

Esta semana la visita apostólica de Benedicto XVI a Cuba comienza con su peregrinacion a Santiago de Cuba, para rezar antes de la imagen querida de Cuba, de Nuestra Señora de la Caridad, poniendo flores en los pies de La Virgen y encendiendo una vela, igual que miles de peregrinos han hecho durante siglos antes de él.

Este acto simple de veneración lleva un sentido profundo para los cubanos, tanto en Cuba, sufriendo de nuevo los asaltos contra derechos humanos y la dignidad, bajo el régimen ateo comunista, y aquellas generaciones que viven en el extranjero y sufren el dolor de aislamiento y exilio.

La peregrinación del Papa Benedicto en este Año de Jubileo Mariano no es la primera visita papal a Cuba.

Recordaran que en 1998, el Papa Juan Pablo II vino como mensajero de la verdad y esperanza en medio del ateísmo prevalentente en el país.

Hoy, fiesta de la conversión de San Pablo, el Apóstol Alcanzado por Cristo Jesús (Flp 3,12), que dedicó desde entonces sus energías a predicar el Evangelio a todas las naciones, termina la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que este año hemos celebrado bajo el lema «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rm 8, 26). Con esta iniciativa, que comenzó hace ya muchos años y que ha adquirido una creciente importancia, no sólo se pretende llamar la atención de todos los cristianos sobre el valor del movimiento ecuménico, sino también subrayar de manera práctica e inequívoca los pilares sobre los que han de fundarse todas sus actividades. (Juan Pablo II, Mensaje en el encuentro ecuménico, Santiago de Cuba, 25 de enero 1998)

Hoy, catorce años más tarde, el Papa Benedicto viene a una nación que celebra los frutos de aquella primera visita, un país con una comunidad cristiana más estable. La Oficina de Prensa de la Santa Sede relata que la visita del Papa da “esperanza para los cubanos, que sienten que ellos están en el umbral de lo que es potencialmente una nueva época, en la cual las palabras del Papa Juan Pablo sobre la franqueza recíproca de Cuba y el mundo pueden ser realizado en un clima de desarrollo, libertad y reconciliación”.

Hace tres años, los obispos de Cuba organizaron una procesión de escala nacional, llevando a Nuestra Señora de la Caridad a cada provincia. La imagen querida de La Virgen fue llevada en procesión al aire libre, de pueblo en pueblo. Sin duda, fue causa de alegria para el pueblo cubana, pero también tenia que haber sido gran causa de alegria para la Virgen Maria, con el nino Jesús en sus brazos — el hombre-Dios que no sólo trae un mensaje alegre de la nueva vida, pero que también identifica cómo el sufrimiento y la muerte en la vida puede ser unida a su gloria.

El obispo Emilio Aranguren de la Diócesis de Holguin, explica, “El peregrinaje de la imagen de la Virgen por toda la Isla nos demuestra que Cuba no es atea. Pero en el Año Jubilar, la misión de nuestra iglesia es que Cuba sea cristiana”.

El tema de esta procesión y el Año de Jubileo Mariano es «A Jesús por María: La Caridad nos une».

El juego en palabras con la caridad, que también significa el amor, permanece como un mensaje fuerte: Nuestra Señora de la Caridad unirá, a través del amor, la nación cubana que ha sido partida en la diáspora postrevolucionaria.

La oración del Papa Benedicto en el sanctuario nos da esperanza a pesar de esta separación:

Hagan saber a cuantos se encuentran cerca o lejos que he confiado a la Madre de Dios el futuro de su Patria, avanzando por caminos de renovación y esperanza, para el mayor bien de todos los cubanos. También he suplicado a la Virgen Santísima por las necesidades de los que sufren, de los que están privados de libertad, separados de sus seres queridos o pasan por graves momentos de dificultad(Benedicto XVI, Palabras del papa en el santuario de Nuestra Señora de la Caridad de El Cobre, El Cobre, 27 de marzo 2012)  

La homilía del Papa Benedicto en Santiago de Cuba resuena con todos nosotros:

Queridos hermanos, ante la mirada de la Virgen de la Caridad del Cobre, deseo hacer un llamado para que den nuevo vigor a su fe, para que vivan de Cristo y para Cristo, y con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen para construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre, que refleje más la bondad de Dios. Amén. (Benedicto XVI, Homilia, Santa Misa, Santiago de Cuba, 26 de marzo 2012)

Más que la reunión de los corazones cubanos bajo el manto de cariño de La Virgen de la Caridad, la maternidad universal de María, Madre de Dios, procura unir a todos sus niños y traerlos más cerca a su Hijo.

traducción del artículo original, Entrusting Cuba to Caridad, en Patheos.com

 

 

Estoy fascinada con una imagen de la Virgen de Guadalupe. Esta colocada a la derecha del altar en la capilla de mi parroquia, solitaria, sin el fondo de sol brillante que asociamos con Guadalupe. Tiene las manos en posición de oración, con un vistazo dulce que pega con los colores serenos de sus batas. La calma y sencillez de su diseño me apacigua. Encuentro la paz en su presencia.

Soy cubana-americana, y como muchos hispanos, iconografía y joyas religiosas me atraen. Son más que objetos sacramentales, sino, objetos de arte. Nuestros iconos son brillantes, a menudo rústicos, primitivos, y saturados con una belleza que sobrepasa el objeto, especialmente en relación al cariño que le tenemos porque la imagen representa una devoción especial o identificación cultural.

Es fácil de interpretar ese cariño como idolatría, sobre todo debido a la atención que le demostramos. Sinceramente, es posible que haya a veces un poco de confusión supersticiosa, especialmente en personas que no hayan beneficiado de una catequesis fuerte. Reconozco, también, cómo estas idiosincrasias culturales, pequeñas pero significativas, quizás parezcan extrañas a nuestras hermanas y hermanos en Cristo que no comparten nuestra identidad cultural.

Pertenezco a una cultura que celebra la vida con música rítmica, perfumes, y cosas lindas. Nosotros los hispanos católicos abrazamos, apasionadamente, todos los símbolos de nuestra fe. Nos gustan estas imágenes porque hacen la fe presente en nuestras vidas cotidianas. Lo demostramos en nuestros hogares con altares elaborados y decorativos. Llevamos medallas y escapularios. Queremos a el rosario. He notado estas costumbres católicas en mis amigos norteamericanos también; la distinción quizás no es tanta en la devoción, sino—en la atención que le damos.

Tenemos una fuerte devoción a la Virgen Santísima. La reconocemos en la patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre; en Puerto Rico, la Virgen de la Divina Providencia, y en México, la Virgen de Guadalupe.

Nuestra Señora de Guadalupe pareció hace 500 años en México, estableciendo una conversión que continúa hoy. Como patrona de las Américas, su alcance extiende más allá de fronteras. La presencia de Guadalupe continúa en nuestras vidas para unirnos todos y dirigirnos a su Hijo, Jesucristo.

La Virgen de Guadalupe pertenece a todos nosotros, pero nosotros también pertenecemos a ella, reunidos bajo la protección de su manto.

Eso es lo que pienso cuando me siento en la capilla, la luz natural que entra por la ventana atrás del altar iluminando la imagen de Guadalupe con rayos dorados en la mañana, completando lo que le falta a la imagen. Su manto es la protección tierna y segura de una madre.

La virgencita, bajo cualquiera de sus títulos, representa una parte profunda de mi identidad cubana-americana, construida alrededor de la matriarca. Es la madre entre los hermanos, tías y tíos, abuelos, padres, y aquellos amigos íntimos que consta lo que llamamos cariñosamente la familia. La Virgen María esta presente en mi vida al lado de mi madre, abuelas, tías, hermanas, y amigas — compartiendo conmigo las alegrías de ser mujer, y los sacrificios y dolores también.

Manteniendo a la Virgen María presente en mi vida, con recordatorios, imágenes, y medallas, me recuerda que no camino sola, sino, acompañada  por ella.

Ella mantuvo una casa. Crió a un niño. Hizo sacrificios. Adoró.

Adoró profundamente. Inequívocamente. Incondicionalmente. Y con abandono.

Le dijo a Dios, dando el modelo por el cual todos debemos vivir.

Pienso en todas esas cosas cuando estudio los detalles de la imagen y en la mujer que la imagen representa. Se parece a mí. Guadalupe exhibe características étnicas ambiguas para que todos podamos identificar con ella, así como ella ha escogido identificar con nosotros.

Mis ojos van a la cinta que lleva alrededor de su vientre, significando que está en estado. Guadalupe esta embarazada con el Verbo Encarnado – ella nos trae el Niño Jesús. En esa imagen dulce, nada más que una madera pintada, veo el mensaje claramente: María quiere llevarme más cerca a su Hijo, en quien toda la Vida reside.

Cuando rezo el Ave María, una oración tan sencilla, reconozco que en la virgencita querida vemos nuestra historia de salvación entregada antes de nosotros:

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo.

Bendita tú eres entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

 

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros, pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.

 

Este artículo, Viva Guadalupe! Viva Life! se publicó originalmente en inglés en el portal católico de Patheos.com a la invitación de Pat Gohn en su columna A Word in Season

 

Hace tiempo que reflexiono sobre las gracias que he recibido rezando el rosario, pero encuentro que hoy, durante este día en que celebramos la vida con demostraciones para educar el publico, recuerdo aquellas gracias, y como me animan, refuerzan, y a menudo consuelan.

Yo podría decir que el rosario cambió mi vida. Quizás mejor dicho, el rosario salvó mi vida. Mi fe y mi falta de oración habían sido un desafío tibio durante muchos años. Mucho de aquel tiempo fue añorando una relación mejor con el Señor, pero realmente no sabiendo como proceder.

Cuando yo era niña en la escuela y veía a los grupos de niños que jugaban juntos y disfrutaban de los juegos, sabiendo que ellos probablemente me darían la bienvenida para jugar con ellos, pero yo era tímida y me sentía torpe, y por lo tanto nunca quize iniciar la amistad.

Pienso que Dios sufrió conmigo de la misma manera. Él deseaba una relación conmigo tanto como yo la buscaba. Pero fue mi debilidad, mi timidez, y aquellos sentimientos de la insuficiencia en no saber como rezar o que decir que me contuvo.

¿De coincidencia (son realmente coincidencias o sólo oportunidades de ver la mano de Dios en nuestras vidas?) en el mismo tiempo en que yo buscaba la manera de aprender a rezar, mi hija mayor asistió un retiro donde aprendió a hacer rosarios. Ella regresó llena del espíritu santo y me regalo el rosario qua habia hecho.

Su entusiasmo era contagioso. Los jovenes en ese retiro aprendieron a hacer rosarios con la idea que ellos deberían rezarlos después de hacerlos, y luego pasarlos a alguien más para crear una cadena de oración. Aquel rosario que me dió mi hija era bonito, pero también tenía el valor sentimental de haber sido hecho por ella. Yo desesperadamente quise rezar con el, pero no sabía. Era literalmente un misterio.

Tuve que buscar las direcciones, las oraciones, y el orden de los misterios. Tuve que usar mi librito de oraciones durante ese primer mes, pero entonces, se hizo más fácil y recordé más hasta que finalmente, yo era capaz de mantenerme enfocada para el Santo Rosario entero.

Maria me sostuvo durante aquellas primeras semanas. Nunca me rendí, gracias a Dios, y por eso recibí muchas más gracias del Señor. Es triste que tantas personas no entienden el rosario – tal vez piensan que es una alabanza dirijida a María, repetitiva y sin valor. Hay que clarificar. Entramos en la oración con María, que nos dirige en nuestras meditaciones cuando la exhortamos “ruega por nosotros.”

Ella nos lleva a su Hijo, Jesús, abriendo nuestros ojos a los misterios de su vida, desde la Anunciación hasta la Resurrección y más. Esta oración nos esa para María — es para nuestra salvación. Es una meditación sobre el milagro que es el amor de Dios. Es, de hecho, una de los oraciones más poderosas que conozco. Y puede ser suya, también. Abrácela. Apréndala. Y rézela.

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